Argenis Ranuárez Angarita
Alumno y profesor de la Institución
Una constante en nuestra vida de
afectos, experiencias, estudio y trabajo. Muchos recuerdos buenos y grandes
satisfacciones, eso y más es para nos, la “Escuela Técnica Industrial General
Pedro Zaraza”, hasta hace poco Ciclo Diversificado, creada en 1959 con el
nombre de “Escuela Industrial San Juan de los Morros” y llamada durante medio
siglo “La Técnica”.
Comenzaba la agitada década de los
sesenta. Llegamos como “asilados”. Luego del golpe que el gobierno de
Betancourt dio a quienes participábamos en la subversión, con la llamada “Ley
de Repitientes”. En el liceo Roscio compartimos dos años con la muchachada del
pueblo, en su mayoría conocidos, de padres amigos de nuestros padres, con
posibilidades de cantina, zapatos “super” y y hasta “tres coronas”.Era la llamada clase
media. En LA TECNICA
estaba la pobresía y allí afinamos nuestra sensibilidad social. Para siempre
quedaron en el recuerdo bueno, Timoteo Páez, Manuelito Márquez, Pescuezo el de Guiripa, Manuel María Jiménez y el camarada asesinado a
culatazos de fusil en la policía, El Chino
Ojeda. Allí conocimos a los alumnos fundadores, entre ellos Pepita
Baloa, Roger Ruiz,Galía y Tito Sierra, graduados en Instalaciones Sanitarias.
En la Técnica cambió nuestra
vida. Estábamos muy cerca de muchachos venidos de todos los rincones del
Guárico y de los estados vecinos. Gente de un solo apellido, de alpargatas,
manos curtidas por el duro trabajo siendo apenas unos adolescentes. Muchos,
casi unos niños, con las miradas tan largas como sus sueños. Todo ellí era
diferente, la planta física, un galpón central donde estaban los talleres de
carpintería y ajustaje, una casa con cuartos convertidos en aulas y un taller
mecánico entre la avenida y el monte, con recién adquiridos equipos de corte,
soldadura, prensa y tornos. La institución era dirigida por un chileno llamado
Sergio Muñoz Bozán, quien tuvo éxito en la nada fácil tarea de ser timonel en esos
azarosos días de “cuba si, yankis no”, “fuera Nixón”, o “muera Rómulo”.
En la Técnica, vieja sede, hoy
Poliguárico, conocimos profesores de paciencia infinita como Leopoldo
Hernández; perfecto manejo del idioma como Rafael Osuna; reció carácter como Luis
Castillo, capacidad artística como Angel Riazuelo; devoción infinita como
Beatriz Hernández, genio, creador como Giovanni Marchini, entre muchos otros.
En esa Escuela aprendimos a fabricar sillas, mesas, chavetas y dados. Tarazona
no podrá olvidársenos nunca. Ni Olmeta, ni Castillote ni Corrales. La mecánica
nos había interesado desde niños, cuando íbamos al taller del tío Chicho Balza
a “lavar tuercas”, para ganar cinco bolívares semanales. En la Técnica nos entregamos con
pasión al aprendizaje y participamos en el proceso de construcción de un
carrito con ruedas de carretilla y motor de bomba de agua, de medio caballo,
con cadena de bicicleta, en el cual Cunegundo Cuna su propietario, se fue a El
Tigre, en Anzoátegui, en viaje de cuatro días. Participamos también en la
puesta en marcha de los diez vehículos que nos donó el gobierno para practicar.
Los buscamos en un estacionamiento en Los Teques. Entre ellos vino un viejo
autobús REO, que los hermanos Ranses y Chipilo Guzmán, llamados desde siempre
con su anuencia “Los Motorota,” dejaron como nuevo, bajo la dirección de
nuestro maestro de mecànica automotriz, profesor Domingo Yanez y Hector, su hijo y ayudante, barquisimetanos y
evangélicos que viajaban cada viernes. Con ellos aprendimos a reconstruir, restaurar
y a reparar, pasión que desde entonces nos anima ,mientras el cuerpo no se
rinda,en homenaje permanente a esos maestros.
En esa escuela conocimos gente
excepcional como Loreto y Benito, llamados entonces bedeles sin que les provocara
enojo ese tratamiento, como hoy a
muchos.- Eran humildes, nobles y desprendidos. El chofer del autobús era el
señor Zapata, fallecido el año pasado. Jamás conocimos a nadie con tanta
tolerancia. Bueno por noble, como todos en esa escuela, donde íbamos con
nuestras bragas azules y nuestros sueños de patria libre y de pobres redimidos.
En la finca LOS MAMONES, donde hoy están las Urbanizaciones PASO REAL y DOÑA
ELVIRA, probábamos la bombas que fabricabamos
bajo la dirección de un chiquitico que vino desde Puerto Ayacucho,
hermano de comandante guerrillero, llamado Pedrito Mariño Suzarini. Conocimos a un varòn llamado ITALO NAVAS,
profesor años mas tarde en el Liceo Roscio nocturno. Fue en verdad, un cielo
abierto para echar a volar nuestros
sueños.
En ese plantel- con sede propia en la
avenida Luis Aparicio desde 1965,- iniciamos nuestra experiencia en la
docencia. Jamás olvidaremos nuestro primer día, en septiembre del 68, con
alumnos de casi nuestra edad como Rafael Del Nogal y de nuestra edad como los
hermanos Acero de Cagua. Teníamos veintiún años y confundíamos para entonces,
ganas con entusiasmo. Los años transcurridos de ayer a hoy, nos enseñaron la
diferencia. Desde entonces decimos ganas, solo cuando el cuerpo pide. Daba
gusto ver a la alumna de Maquinaria Pesada Yolanda Rojas, reparando un D7. Años
mas tarde, la vimos casada con el profesor Aguilera, Presidente del Colegio de
Peritos de Venezuela, fallecido hace poco, tras penosa enfermedad. Trabajamos
con directores de la talla de Jesús Magdalena Cuevas, Felipe Zerpa , Ildemaro
Camaripano y con Alide Hernandez . Fuimos editores de la primera obra literaria
de Zerpa, LOS ESCRITORES TAMBIEN SE SUICIDAN. Allí, estuvimos hasta el 77.
Dictamos matemáticas, castellano, Literatura, geografía económica, historia y
geografía de Venezuela y Psicología. Nos iniciamos en la Industrial, y nos
despedimos con Ciclo Diversificado, con
el honor de ser padrino de Promoción. Nos reencontramos con antiguos maestros
nuestros. Con compañeros de estudios
allí, como Neptalí Ramirez y Jonny Sánchez. Conocimos gente noble como Marina, Carmen
Ofelia, Gladys, Raquel ,Desiderio, Juan Sanchez. Conocimos al actor Alejo
Felipe, Jefe del Departamento de Sociales. Nos correspondió animar festivales,
organizar comparsas, promover reencuentros y participar en competencias. Fueron
años de vida intensa, de aprendizaje constante. Cuando la desgracia tocó
nuestra puerta, víctima de la persecución política por nuestras ideas e inquebrantable
actitud contra la corrupción, sentimos la inenarrable emoción de los
estudiantes de la Técnica
gritando nuestro nombre, pidiendo nuestra libertad, clamando justicia y
reclamando nuestra presencia en aquellas aulas de una escuela que quedó para
siempre en nuestra vida como templo de amor, donde nos enamoramos para siempre
de una mujer, de un oficio y de una profesión. Esa Institución que celebra medio siglo, cambio para siempre
nuestra visión del mundo. Cuando pasamos por la avenida y vemos a la muchachada
bajo los frondosos árboles que plantamos con nuestros alumnos de primer año I
el día del árbol del 69, experimentamos el placer de ese lugar, ese tiempo, esa
gente, esos sueños y esa siembra. Cuanto
y cuanto ha dado ese plantel a
Venezuela, a lo largo de este medio siglo, para hacer verdad incuestionable, la
latina expresión inscrita en el Escudo diseñado por nuestro maestro Giovanni
Marchini: LABOR LAETITIA NOSTRA.
21 de Mayo del año 2009. Palabras
pronunciadas en el Acto Central de los 50 Años de la Institución
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