miércoles, 3 de mayo de 2017

LA TECNICA: CIELO ABIERTO PARA EL VUELO DE LOS SUEÑOS



Argenis Ranuárez Angarita
Alumno y profesor de la Institución





Una constante en nuestra vida de afectos, experiencias, estudio y trabajo. Muchos recuerdos buenos y grandes satisfacciones, eso y más es para nos, la “Escuela Técnica Industrial General Pedro Zaraza”, hasta hace poco Ciclo Diversificado, creada en 1959 con el nombre de “Escuela Industrial San Juan de los Morros” y llamada durante medio siglo “La Técnica”.
Comenzaba la agitada década de los sesenta. Llegamos como “asilados”. Luego del golpe que el gobierno de Betancourt dio a quienes participábamos en la subversión, con la llamada “Ley de Repitientes”. En el liceo Roscio compartimos dos años con la muchachada del pueblo, en su mayoría conocidos, de padres amigos de nuestros padres, con posibilidades de cantina, zapatos “super” y  y hasta “tres coronas”.Era la llamada clase media. En LA TECNICA estaba la pobresía y allí afinamos nuestra sensibilidad social. Para siempre quedaron en el recuerdo bueno, Timoteo Páez, Manuelito Márquez, Pescuezo  el de Guiripa, Manuel  María Jiménez y el camarada asesinado a culatazos de fusil en la policía, El Chino  Ojeda. Allí conocimos a los alumnos fundadores, entre ellos Pepita Baloa, Roger Ruiz,Galía y Tito Sierra, graduados en Instalaciones Sanitarias.
En la Técnica cambió nuestra vida. Estábamos muy cerca de muchachos venidos de todos los rincones del Guárico y de los estados vecinos. Gente de un solo apellido, de alpargatas, manos curtidas por el duro trabajo siendo apenas unos adolescentes. Muchos, casi unos niños, con las miradas tan largas como sus sueños. Todo ellí era diferente, la planta física, un galpón central donde estaban los talleres de carpintería y ajustaje, una casa con cuartos convertidos en aulas y un taller mecánico entre la avenida y el monte, con recién adquiridos equipos de corte, soldadura, prensa y tornos. La institución era dirigida por un chileno llamado Sergio Muñoz Bozán, quien tuvo éxito en  la nada fácil tarea de ser timonel en esos azarosos días de “cuba si, yankis no”, “fuera Nixón”, o “muera Rómulo”.
En la Técnica, vieja sede, hoy Poliguárico, conocimos profesores de paciencia infinita como Leopoldo Hernández; perfecto manejo del idioma como Rafael Osuna; reció carácter como Luis Castillo, capacidad artística como Angel Riazuelo; devoción infinita como Beatriz Hernández, genio, creador como Giovanni Marchini, entre muchos otros. En esa Escuela aprendimos a fabricar sillas, mesas, chavetas y dados. Tarazona no podrá olvidársenos nunca. Ni Olmeta, ni Castillote ni Corrales. La mecánica nos había interesado desde niños, cuando íbamos al taller del tío Chicho Balza a “lavar tuercas”, para ganar cinco bolívares semanales. En la Técnica nos entregamos con pasión al aprendizaje y participamos en el proceso de construcción de un carrito con ruedas de carretilla y motor de bomba de agua, de medio caballo, con cadena de bicicleta, en el cual Cunegundo Cuna su propietario, se fue a El Tigre, en Anzoátegui, en viaje de cuatro días. Participamos también en la puesta en marcha de los diez vehículos que nos donó el gobierno para practicar. Los buscamos en un estacionamiento en Los Teques. Entre ellos vino un viejo autobús REO, que los hermanos Ranses y Chipilo Guzmán, llamados desde siempre con su anuencia “Los Motorota,” dejaron como nuevo, bajo la dirección de nuestro maestro de mecànica automotriz, profesor Domingo Yanez y Hector,  su hijo y ayudante, barquisimetanos y evangélicos que viajaban cada viernes. Con ellos aprendimos a reconstruir, restaurar y a reparar, pasión que desde entonces nos anima ,mientras el cuerpo no se rinda,en homenaje permanente a esos maestros.
              
En esa escuela conocimos gente excepcional como Loreto y Benito, llamados entonces bedeles sin que les provocara enojo    ese tratamiento, como hoy a muchos.- Eran humildes, nobles y desprendidos. El chofer del autobús era el señor Zapata, fallecido el año pasado. Jamás conocimos a nadie con tanta tolerancia. Bueno por noble, como todos en esa escuela, donde íbamos con nuestras bragas azules y nuestros sueños de patria libre y de pobres redimidos. En la finca LOS MAMONES, donde hoy están las Urbanizaciones PASO REAL y DOÑA ELVIRA, probábamos la bombas que fabricabamos  bajo la dirección de un chiquitico que vino desde Puerto Ayacucho, hermano de comandante guerrillero, llamado Pedrito Mariño Suzarini.  Conocimos a un varòn llamado ITALO NAVAS, profesor años mas tarde en el Liceo Roscio nocturno. Fue en verdad, un cielo abierto para echar a  volar nuestros sueños.
En ese plantel- con sede propia en la avenida Luis Aparicio desde 1965,- iniciamos nuestra experiencia en la docencia. Jamás olvidaremos nuestro primer día, en septiembre del 68, con alumnos de casi nuestra edad como Rafael Del Nogal y de nuestra edad como los hermanos Acero de Cagua. Teníamos veintiún años y confundíamos para entonces, ganas con entusiasmo. Los años transcurridos de ayer a hoy, nos enseñaron la diferencia. Desde entonces decimos ganas, solo cuando el cuerpo pide. Daba gusto ver a la alumna de Maquinaria Pesada Yolanda Rojas, reparando un D7. Años mas tarde, la vimos casada con el profesor Aguilera, Presidente del Colegio de Peritos de Venezuela, fallecido hace poco, tras penosa enfermedad. Trabajamos con directores de la talla de Jesús Magdalena Cuevas, Felipe Zerpa , Ildemaro Camaripano y con Alide Hernandez . Fuimos editores de la primera obra literaria de Zerpa, LOS ESCRITORES TAMBIEN SE SUICIDAN. Allí, estuvimos hasta el 77. Dictamos matemáticas, castellano, Literatura, geografía económica, historia y geografía de Venezuela y Psicología. Nos iniciamos en la Industrial, y nos despedimos  con Ciclo Diversificado, con el honor de ser padrino de Promoción. Nos reencontramos con antiguos maestros nuestros. Con  compañeros de estudios allí, como Neptalí Ramirez y Jonny Sánchez. Conocimos gente noble como Marina, Carmen Ofelia, Gladys, Raquel ,Desiderio, Juan Sanchez. Conocimos al actor Alejo Felipe, Jefe del Departamento de Sociales. Nos correspondió animar festivales, organizar comparsas, promover reencuentros y participar en competencias. Fueron años de vida intensa, de aprendizaje constante. Cuando la desgracia tocó nuestra puerta, víctima de la persecución política por nuestras ideas e inquebrantable actitud contra la corrupción, sentimos la inenarrable emoción de los estudiantes de la Técnica gritando nuestro nombre, pidiendo nuestra libertad, clamando justicia y reclamando nuestra presencia en aquellas aulas de una escuela que quedó para siempre en nuestra vida como templo de amor, donde nos enamoramos para siempre de una mujer, de un oficio y de una profesión. Esa Institución que  celebra medio siglo, cambio para siempre nuestra visión del mundo. Cuando pasamos por la avenida y vemos a la muchachada bajo los frondosos árboles que plantamos con nuestros alumnos de primer año I el día del árbol del 69, experimentamos el placer de ese lugar, ese tiempo, esa gente, esos sueños y esa  siembra. Cuanto y cuanto ha dado ese  plantel a Venezuela, a lo largo de este medio siglo, para hacer verdad incuestionable, la latina expresión inscrita en el Escudo diseñado por nuestro maestro Giovanni Marchini: LABOR LAETITIA NOSTRA.   




21 de Mayo del año 2009. Palabras pronunciadas en el Acto Central de los 50 Años de la Institución

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