miércoles, 7 de febrero de 2018

LA CRÓNICA EN MEDIOS ALTERNATIVOS

La CRÓNICA fue en un tiempo, relación detallada de hechos y sucesos con énfasis en lugares, escrita por viajeros, incluidos científicos y aventureros, Obispos en visitas o militares en campaña.
Más tarde, la CRÓNICA pasó a ser oficio urbano, desempeñado por aficionados a la historia que recogían lo local con sentido localista y difusión esporádica.

Hoy, LA CRÓNICA es, stricto sensu, género periodístico de Opinión que recoge, analiza y publica, hechos, sucesos y acontecimientos con juicios valorativos por parte del autor; publicados por todo género de medios de comunicación, pero fundamentalmente en los escritos.

Latu sensu, la CRÓNICA es actividad investigativa llevada a cabo por historiadores, cronistas oficiales y no oficiales, por periodistas y no periodistas, a través de los  medios de comunicación, incluidos los alternativos.

Esa actividad creadora de quienes hacemos crónica está llamada a ser la fuente principal de la cual se nutra la historia local y regional. Recoger la vida rural o de comunidades pequeñas, con hechos trascendentes ocasionales no fue tarea difícil. La complejidad de la vida de hoy y la vertiginosidad con la cual la tecnología de la información recoge y transmite todo hecho, acontecimiento o suceso de impacto, relevancia o trascendencia, obliga a:

1.      Profesionalización de la actividad.
2.      Creación de medios alternativos escritos para publicar crónica
3.      Utilización de nuevos espacios como las páginas WEB y los medios comunitarios.


LA CRÓNICA DE HOY
La historia regional es un gran rompecabezas, cuyas piezas en su mayoría están en manos de cronistas locales de la respectiva entidad o de entidades vecinas, que en el pasado tuvieron relación estrecha por razones de cercanía geográfica o por vínculos de territorialidad.

Hay cronistas que recogen y publican, porque tienen a mano los medios para hacerlo. Hecho de ayer o de hoy, presentado hoy para conocimiento inmediato y para uso posterior en publicaciones de historia local o regional, bien porque los cronistas compilen su trabajo, porque los historiadores utilicen su producción.

La CRÓNICA ejercida hoy, es ayer remoto, ayer mediato y ayer inmediato. Es a un tiempo, hoy para hoy y para mañana. Un cronista requiere dedicación a la profesión y certeza de la difusión de su trabajo, como contribución importante para el conocimiento y comprensión de la historia, en cumplimiento de mandato constitucional, y en el objetivo fundamental de crear una identidad nacional, regional y local.

Los cronistas debemos utilizar todos los medios de comunicación a nuestro alcance para investigar y para difundir: periódicos, revistas, libros y papeles de ayer, junto a testimonios orales de protagonistas o testigos, unidos a documentos que reposan en archivos o en baúles, incluidas fotografías, tarjetas o programas, son elementos de nuestra actividad, para encontrar toda pieza de ese rompecabezas y darle carácter público por esos mismos medios y por otros como: boletines, dípticos y páginas WEB, en el caso de cronistas oficiales de Municipios, de Universidades o de planteles educacionales u otro tipo de instituciones sociales, culturales, económicos en las cuales se lleve –profesionalmente o no- relación cronológica de su vida. Paralelamente a esto, historiadores y cronistas debemos intercambiar el material que cada quien produzca, para enriquecer, aprender, mejorar y complementar.


Por otra parte, cronistas e historiadores debemos contar con la participación de gremios, instituciones y organismos, para realizar nuestra actividad cabalmente. A muchos gusta aparecer y muy pocos colaboran. Se recomienda en este sentido, dirigirse a los gremios profesionales, Diócesis, Parroquias, asociaciones de beneficencia, cofradías, escuelas, liceos, tecnológicos y universidades, para solicitar  que elaboren una reseña histórica con la información básica sobre su origen y desarrollo, de ser posible con copia de decretos, actas constitutivas, gráficas, planos, mapas, etc. Muchos boletines informativos de ayer y de hoy, se quedan entre papeles viejos y no llegan a quien pueda hacer de ellos un material de importancia como parte de un proceso.

MONSEÑOR COLORADO: PREDICADOR DE LOS LLANOS DE GUÁRICO Y APURE

Ilustre prelado de la Iglesia Católica que ejerció su ministerio en Guárico, Apure, Aragua y Miranda, nació en la población de Camatagua, Estado Aragua el 29 de septiembre de 1890. Cursó primaria en su población natal. El padre Ramón Eduviges Liendo lo encaminó hacia la carrera sacerdotal. Ingresó al Seminario Josefino de Calabozo en 1910, con Monseñor Sendrea al frente de la Diócesis. En el Colegio MIRANDA culminó el bachillerato.

Los compañeros de seminario de Colorado fueron entre otros: Alberto Laya, Teófilo Ruíz, Isidro Quintero, Maximiliano Echenique, Luciano Bermúdez, Emilio Vicente Prieto, Francisco Javier Peña (el Padre Pernía, en la obra Casas Muertas, de M. Otero Silva) y Carmelo Matute. Tuvo como profesores a Monseñor Felipe Neri Sendrea, Pbro. Ciriaco Asconegui, Dr. Carlos Rodríguez y Pbro. Luis Felipe Parra.

El 8 de septiembre de 1916, tuvo lugar la ordenación sacerdotal en la catedral calaboceña. El 24 de ese mes dio su primer cantorio de misa en San Fernando de Apure. Estuvo un tiempo en Arichuna, enseñó catecismo. El Obispo lo envía a Barbacoas, donde estuvo entre 1917 y 1922. Fundó Escuela Primaria y una escuela de música que dirigió el Profesor Juan Ramón Oribuenes. El padre Colorado hizo reconstruir la Iglesia y fundó Sociedades religiosas. En 1922, la petición de un grupo de personalidades de El Sombrero fue escuchada: El Obispo les  nombró a Colorado Párroco, donde el prelado va a permanecer hasta 1938. En El Sombrero no había Casa Parroquial cuando llegó Miguel A. Colorado. Las familias Esaa ,Mota, Bustamante, Montilla, Díaz y otras, adquirieron una casa para residencia del Párroco.

A lomo de mula, el sacerdote recorrió pueblos y caseríos. Tres veces al año visitaba a El Calvario. Inició la construcción de actual Iglesia de El Sombrero, en sustitución de la vieja construcción de bahareque que amenazaba con derrumbarse. Cuando fue transferido a EL HATILLO, por razones de salud, ya había adquirido las campanas de bronce, la imagen de madera de la Inmaculada Concepción y un nacimiento.

Todavía se recuerda en El Sombrero, las prédicas de Colorado sobre la condición de  uniones no matrimoniales. Promovió matrimonios y tuvo el privilegio de ser la primera parroquia del Guárico en tener cinco misioneros durante quince días. Monseñor Arturo Celestino Alvarez lo felicitó y llevó los misioneros a Calabozo.


EL HATILLO Y EL CONSEJO
A mediados de 1938, llegó Colorado a EL HATILLO, Parroquia del Estado Miranda. Tenía quebrantos de salud y le recomendaron clima frío. Levantó la moral de los católicos de esa bella población. De lejos venían los campesinos a cumplir sus obligaciones religiosas. El 29 de septiembre de 1938, cuando cumplía 48 años, le fue celebrado en El Hatillo, aún cuando ya había pasado a prestar servicios en El Consejo, Estado Aragua.

El Arzobispo Monseñor Rincón González lo trasladó a la parroquia Aragüeña donde estuvo apenas unos días. El Doctor Mayer y el Dr. Paradisi – Gobernador y Secretario General del Estado-, pidieron al Obispo dejar a el Padre Colorado pero ya estaba decidido: Fue nombrado Vicario de San Fernando donde realizó un trabajo intenso: hizo construir una Casa Parroquial. En una casa de los Hermanos Barbarito vivió hasta que estuvo concluida la obra, realizada con contribuciones de la feligresía.


EN BUSCA DE LA ARMONÍA
El Padre Miguel Antonio Colorado hizo contacto con todos los sectores de la Sociedad Apureña. Se reunió con masones, evangélicos y adventistas. “TODOS SOMOS HIJOS DE DIOS”, decía una y otra vez. La gestión sacerdotal de este Aragüeño, se hizo sentir en tierra apureña: Fundó “Las Hijas de María”, el Apostolado de la Oración, la Sociedad del Carmen, La Sociedad Infantil de Santa Teresita, los Jueves Eucarísticos, las Cuarenta Horas y la Catequesis en todos los colegios. Tuvo el privilegio de recibir la visita de la imagen de la Virgen de Fátima, procedente de Colombia. Fue capellán del Cuartel JOSÉ CORNELIO MUÑOZ, adquirió la imagen de Nuestra Señora de Coromoto para la apartada población de EL SAMÁN, donde iba con frecuencia, al igual que a Mangas Coberas, Guayabal y Camaguán. En lancha y bongó recorría el llano guariqueño y apureño en su prédica contra el vicio, el pecado y la corrupción.

En 1941, Apure celebró con regocijo las BODAS DE PLATA SACERDOTALES de el Padre Colorado. Monseñor Arturo Celestino Alvarez “El Pastor de los Llanos”, designó una junta organizadora de los actos. La misa la ofició Monseñor Francisco Castillo Toro, eminente prelado nacido en el Estado Miranda (EL HATILLO), quien vino a San Juan de los Morros como Párroco, trayendo consigo a su hermano, Don José Castillo Toro, fundador de empresa ferretera emblemática de la capital del Guárico.

La banda del Estado estrenó el HIMNO SACERDOTAL, escrito para la ocasión por el Profesor Rafael José López, letra del poeta Fray Ángel Sáenz. La banda estuvo dirigida por el maestro José Ángel Zurita. Recibió una medalla de oro, realizada a mano por el orfebre José Farao. El Club de Leones, del cual había sido co-fundador, le rindió homenaje. Destacó en la celebración, la actuación de la Señorita Rosita Cestaris, quien sería años más tarde propietaria de la primera emisora de radio de la capital Apureña.


A TUCUPIDO Y SAN JUAN
Entre 1950 y 1955, Colorado estuvo como Párroco en el “Granero del Guárico”, capital entonces del Distrito Ribas, del Estado Guárico. En una entrevista concedida por el prelado a los integrantes del Comité de graduandos de la III Promoción de la Escuela Industrial de El Sombrero, asesorados por el Profesor José Ángel Prieto, el Padre Colorado recordó a familias y personas de Tucupido: Don Alejandro Rodríguez Guzmán (Gobernador del Guárico en el primer gobierno de Caldera 1969 – 1974), Familias Rodríguez Estrada, Hernández Chafarded, Guacarán, Balbi Medina, Andrade, González Palomo, Rodríguez Sáez, Robles (quienes eran evangélicos y una de cuyos integrantes bautizó Colorado), Familias Panzarelli, Garófalo y Hernández. Cada semana santa, Monseñor Colorado llevaba hermanas de la caridad que le asistían en los preparativos para las festividades. Reconstruyó la Iglesia, los bancos, escaños, campanario y Casa Parroquial. En la Plaza Bolívar de Tucupido tuvo que realizarse la Primera Comunión: Setecientos niños del pueblo recibieron el sagrado pan.

Corría el año 1955. Gobernaba al Guárico el vallepascuense Emigdio Medina Ron. Colorado fue nombrado Párroco y Vicario de San Juan de los Morros, cuando la parroquia era una sola: San Juan Bautista. A él se debe el primer altar de mármol instalado en Venezuela, adquirido con contribución de los feligreses. Fundó la Lego Mariae, con Doña Flor de Ramos, esposa de Don Vicente Ramos, Presidente de la Sociedad Eucarística y junto a las dos hijas de la pareja, Trina e Irma, con la colaboración de la inolvidable María de Jesús Orta, Villacurana ejemplar, esposa luego del poeta Elías Rodríguez Argüello.


BODAS DE ORO
Bajo la Presidencia de Guillermo Peraza Pérez, un comité organizó las BODAS DE ORO SACERDOTALES (1966). Peraza pronunció emocionado discurso. El comité era informal, constituido por amigos del prelado: Don Arístides Rodríguez, Doctor Rafael Vicente Pieretti, Carlos Rodríguez Ovalles, Dr. Enrique Olivo, Sr. Efraín Pinto, Carlos Daniel Rodríguez, entre otros.

Monseñor Colorado fue capellán de la Penitenciaría General de Venezuela. Obtuvo donación al final del Gobierno de Pérez Jiménez, a través del Gobernador, Coronel Roberto Casanova, para adquirir un órgano para la Iglesia. Recibió condecoraciones durante el Gobierno de Leoni y de Carlos Andrés Pérez. Vivió siempre con su hermana Coínta. Fue sustituido por el Padre Requena, hermano de la locutora Carmencito Carrero.


Monseñor Miguel Antonio Colorado murió el 11 de Septiembre de Mil Novecientos Ochenta y Seis. Sus restos fueron sepultados en la nave oeste de la Iglesia de San Juan de los Morros, a la cual sirvió durante años.

HOTEL TERMAL

“Para finales de la segunda década del siglo XX se introduce en San Juan de los Morros, la actividad turística y recreativa, mediante la construcción de un confortable hotel, en el Balneario de las Aguas Termales, el mismo está situado en las cercanías de la antigua hacienda, que sirve de alojamiento a Juan Vicente Gómez mejor conocida como la Casa Amarilla. El Hotel Termal de San Juan de los Morros, conjuntamente con el Hotel Jardín de Maracay y el Hotel Miramar en el Balneario de Macuto, vienen a constituir la primera red hotelera nacional, promovida e incentivada por el Estado con la participación de capital privado”.
            Así inicia el Arquitecto José Miguel Funes su semblanza histórica sobre el Hotel Termal de San Juan de los Morros, bajo el título “El Hotel Termal, un selecto recinto social” en la obra inédita Concreción Urbana de San Juan de los Morros” (1999). El más completo aporte hasta el presente para el conocimiento de la historia local en general y de su urbanismo en particular.

            Funes, apasionado de la historia del pueblo que lo vio nacer, acucioso investigador, especialista en restauración de monumentos arquitectónicos, expresa: “En este hotel conviven frecuentemente el más nutrido grupo de la sociedad civil y militar que se involucra con el régimen Gomecista: militares, burócratas, comerciantes, hacendados, artistas, etc.”.

El Hotel Termal viene a constituir la respuesta del gobierno a la necesidad de alojamiento  de turistas, visitantes y temporadistas provenientes de toda Venezuela, atraídos por la fama de las aguas termales para el tratamiento de diversas enfermedades. El sabio alemán Alejandro de Humboldt visitó el lugar, se bañó en las aguas sulfurosas y así lo hizo constar en su obra sobre el  viaje a las regiones equinoccionales del nuevo continente.

El Hotel fue construido muy cerca de la fu ente de agua termal. La antigua posesión donde fue edificado, se llamó “La Velasquera” y el sitio más conocido como “Sabana de Agua Hedionda”, atravesada por la Quebrada de “Guaiquera”.


La carretera
El San Juan de los Morros de 1874 es un pequeño pueblo con apenas 4.500 habitantes. Según el historiador Enrique Olivo (calendario de fechas y sucesos de San Juan de los Morros, 1980), el General Presidente Guzmán Blanco, llegó el 18 de enero de ese año a San Juan y decretó la construcción de una carretera desde el pueblo, hasta “los Baños Termales de Agua Hedionda”. En 1890, bajo la administración del General José María García, Presidente del Gran Estado Miranda, se inició la construcción de “un balneario en agua hedionda”, según Olivo. Tito Sierra Santamaría (Fundación de San Juan de los Morros, 1962), afirma que fue Guzmán Blanco en 1874, quien ordenó la construcción de un “muy rudimentario balneario”, constituido por un estanque y  dos piscinas, reconstruidas en 1896, por orden del General Joaquín Crespo. La carretera hacia “Agua Hedionda”fue realizada bajo la dirección del el doctor Manuel Cipriano Pérez. El General J.V. Gómez ordenó la modificación del trazo y la macadanización. Se realizó una prolongación hacia “Las Adjuntas”, donde funcionaba la toma de agua para el poblado y donde fue instalada años más tarde la planta eléctrica que suministraría la luz al pueblo, al hotel, Casa Amarilla y demás residencias de la familia Gómez.

“Los Baños Termales” fueron decretados el 10 de octubre de 1917 Los trabajos comenzaron cuatro días más tarde bajo la dirección. El Ingeniero Leonardo Jiménez. El Balneario fue concluido el 13 de diciembre de ese mismo año, según nota al pie del plano.


El Hotel: eclecticismo arquitectónico
El Hotel Termal se inició bajo la Dirección del Ingeniero Rafael Díaz, quien se retiró por razones de salud. Correspondió al Doctor Guillermo Salas – hermano del pintor Tito Salas – continuar la obra hasta su inauguración por parte del Presidente Juan Vicente Gómez el 29 de febrero de 1920. El diseño original fue de una sola planta, con los ambientes distribuidos en torno a un patio central. Desde la carretera, dos escaleras centrales daban acceso a una terraza mirador, eliminadas escalera y terraza en la intervención hecha durante el gobierno de Pérez Jiménez (1954), cuando fue construida una segunda planta con habitaciones.

Sobre el diseño original, dice Funes (ob cit): “Presenta una marcada simetría en la distribución de los ambientes en torno a un patio central, sobre el cual se relacionan las habitaciones, la cocina, los corredores y los salones – comedores. La azotea se aprovecha como terraza-mirador a la que se le accede mediante un par de monumentales escaleras centrales que además sirven para identificar el acceso principal al Hotel. En las fachadas se manifiesta una geométrica ornamentación representada por los detalles de frisos, dinteles y vanos de puertas y ventanas las cuales contrastan con las formas neoclásicas de sus balaustrales, columnas y boardillas”.

Para Funes, el elaborado tratamiento de las fachadas, intenta romper con el convencionalismo de la fisonomía colonial, incorporando en su composición “un recargado repertorio formal que permite identificar un marcado eclecticismo arquitectónico característico de la época”.


La primera intervención
Con la construcción del “Centro de Turismo Baños Termales”, bajo el gobierno de Pérez Jiménez y la administración regional del abogado vallepascuense Emigdio Medina Ron, el Hotel Termal va a sufrir una primera intervención para adecuar su capacidad a flujo turístico. Se trae agua sulfurosa hasta las habitaciones y se dota nuevamente de todos los equipos desmantelados durante los saqueos realizados por la poblada que se produjo con la muerte de J.V. Gómez. Si durante los años veinte y hasta 1935, el hotel es lugar donde el gobierno, aloja a sus invitados y donde el General Gómez disfrutaba de películas, el nuevo hotel va a albergar además de políticos y temporadistas, a los galleros de toda Venezuela que venían a las peleas de gallos en la moderna gallera construida en el Centro de Turismo. Durante los años 1954 a 1958, van a realizarse allí grandes fiestas en homenaje al Santo Patrono y recepciones oficiales.

A raíz de la caída de la Dictadura, el Hotel Termal sufre un brutal abandono, al igual que el Centro de Turismo. Mientras éste se deterioraba rápidamente, desaparece el zoológico y queda reducido a las piscinas y el servicio de bar, aquel cierra sus puertas como Hotel hasta la instalación de Oficinas del Gobierno Regional (ORDEG) y posteriormente los servicios cooperativos de salud del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, convertidos luego en Sub-región de Salud del Estado Guárico, asentados por dos décadas en la edificación con la construcción de tabiques  divisorios e instalación de aparatos de aire acondicionado en las puertas y ventanas. Desde la incorporación de la Zona XIII de Malariología al Ministerio de Infraestructura, con la mudanza de sus instalaciones a la antigua sede de Mindur, cerca de la Urbanización Rómulo Gallegos, las oficinas de salud que estaban en el Hotel Termal, fueron trasladadas a la sede de Malariología, en la Avenida Luis Aparicio, cerca del Stadium Pancho Pepe Cróquer. Desde entonces, el edificio del hotel quedó abandonado, sin vigilancia y fue víctima de vandálico destrozo que lo dejó como un cascarón que espera el merecido rescate con fines culturales, científicos o sociales.


Propuesta de un Museo
En 1975 el autor de este bosquejo, propuso en carta pública al entonces Gobernador Arquitecto P.P. Cabrera (Diario La Razón al Día), la creación del “Museo de Arte e Historia del Estado Guárico”.

El mandatario nombró una Comisión de la cual formó parte el proponente. Pocos meses después, el Arquitecto Cabrera fue sustituido y la nueva administración no le dio continuidad al proyecto. Habían ofrecido obras de pintura y escultura: Manuel Espinoza, Martín Funes, Eugenio Espinoza, Rafael Cabrera, Ramiro Seijas, R. Moleiro, José Castro, Rafael Vicente Pieretti, Teobaldo Mieres, Carlos Salazar, Giovanni Marchini y otros artistas plásticos de la región. El músico, fotógrafo y pintor Pedro Mirabal tenía la disposición de donar su archivo fotográfico de casi medio siglo y bien encaminadas se encontraban las gestiones para la adquisición de “La Gran papelería del mundo”, del Doctor Víctor Manuel Ovalles, propiedad de sus nietos Caupolicán y Lautaro Ovalles, con destino al Museo.

Desde 1975 hasta hoy, no hemos cejado en nuestro empeño por lograr el rescate de la edificación, como parte importante del patrimonio arquitectónico de la ciudad y su destino en fines superiores.


La aprobación del proyecto, la asignación de los recursos económicos para tan loable objetivo y el nombramiento de un Comisión para la Creación del Museo Temático que rescate, conserve y exhiba material sobre la historia de la música popular, y culta, simultáneamente con actividad pedagógica, de investigación y de extensión con posibilidades ciertas de autogestión, constituye la cristalización de un antiguo sueño de quienes nacidos o no en esta comarca, creemos en los valores del espíritu y queremos que en este valle de encanto se cultiven esos valores para el logro de un perfil de identidad propia, con un ser humano activo, honesto, solidario y trascendente.