martes, 11 de abril de 2017

VIDAS PARALELAS

Pieretti



Ranuárez



Torrealba





La muerte del Doctor Rafael Vicente Pieretti el sábado cuatro de diciembre del año 2004, nos llevó a relacionar su vida y su obra con la del sabio José Francisco Torrealba y con la de nuestro padre, el Doctor Israel Ranuárez Balza.
Desde la ventana de nuestro rancho, viendo la fascinante silueta del cerro Pariapán establecimos puntos coincidentes en esas tres vidas en un asombroso paralelismo.
Cinco apóstoles tuvo la medicina en el Valle de los Morros: José Francisco Torrealba, Tulio Pineda, Rafael Vicente Pieretti, Israel Ranuárez Balza y Santiago Mujica Neira. Los cuatro primeros se fueron en el medio del dolor de un pueblo que los valoró en toda la dimensión de sus virtudes y conocimientos. Mujica sigue dando luces.
De esos cinco apóstoles de la Medicina, tres ofrecen aspectos comunes que creemos necesario destacar:
Torrealba nace en Santa María de Ipire (1896), entonces municipio del extinto Distrito Zaraza del Estado Guárico. Ranuárez nace en Zaraza (1922), pueblo del Oriente del Guárico, el mismo año que Torrealba recibe el título de Doctor en Ciencias Médicas.
Pieretti nace en Puerto Píritu, pueblo del Oriente de Venezuela (1916) y se gradúa también en la Universidad Central situada entonces en la esquina de San Francisco. Los tres tuvieron entre sus maestros al Doctor Pepe Izquierdo, quien mantuvo con ellos amistad hasta su muerte. Izquierdo en gesto que Pieretti no olvidó nunca, atendió a Doña Friné cuando nació la hija mayor, Friné de los Ángeles. Ranuárez recibía cartas de su Maestro General López Contreras a Nueva York (1952), increpándole por los saqueos a los bienes del General Juan Vicente Gómez. Izquierdo visitó a Torrealba y Torrealba en su obra escrita lo nombra con elevado sentimiento de gratitud.
DIOS
Los tres Apóstoles de la Medicina eran hombres de fe. Pieretti no olvidó nunca a los Salecianos que profundizaron la fe cristiana que ya Doña Blanca y Don Rafael, sus padres, le habían enseñado. Ranuárez fue cursillista de cristianidad, mantuvo consulta gratuita en la Iglesia de LA MORERA a pedimento del padre Antonio Abella, su gran amigo y en sus días de estudiante en el viejo Colegio Roscio, tuvo cercanía con el padre Timoteo García, español que dictaba clases de Latín y Raíces Griegas. Pieretti mantuvo amistad estrecha con el Padre Timoteo, quien fue compadre. Cuando el prelado murió, el Doctor Pieretti cedió parte de su panteón familiar donde hoy reposan los restos suyos y los de sus padres. Al lado del padre Timoteo.
Torrealba, Pieretti y Ranuárez, escogieron a San Juan de los Morros para entregar sus mejores esfuerzos y sus conocimientos al ejercicio de la Profesión con desprendimiento, ética y pasión creadora. Torrealba llegó en 1942, Pierettti en 1943 y Ranuárez en 1949. Los tres murieron en Caracas y los tres están sepultados en el Cementerio de San Miguel Arcángel. La década del cuarenta los recibe, en años distintos, para unir sus vidas por invisibles lazos de asombrosas coincidencias.
Torrealba era enemigo jurado de protocolos, vestía de kaki, usaba pantuflas y nada le importó su paciencia personal aunque si el cumplimiento de las normas de higiene. Pieretti usaba pantalón de kaki y camisas manga corta, al igual que Ranuárez. Usaban traje oscuro en ocasiones especiales y pasado el momento del acto social o cultural, se quitaban corbata y saco. No eran dados a homenajes y sus vidas estuvieron signadas por la humildad. Amaron entrañablemente a sus familias. Torrealba tuvo doce hijos, Pieretti seis y Ranuárez seis. Enseñaron a los suyos a vivir con decencia, honestidad y decoro. Ajenos fueron al bullicio, lejanos se mantuvieron del chisme y la murmuración.
Torrealba disfrutaba viendo al Morro y lo menciona varias veces en sus escritos. “ El interrogante y espléndido paisaje de los Morros”, dice en su CANTO DE GUACABAS (La esfera, 10 de marzo de 1959). Pieretti lo contemplaba y lo pintó en cuadros que regaló a familiares y amigos. Uno de ellos, lo guarda celosamente Blanca de Gimón, maestra fundadora del Grupo Escolar REPÚBLICA DEL BRASIL, donde estudiaron hijos de Torrealba, hijos de Pieretti y dos de los hijos de Ranuárez. Ranuárez se sentaba cada tarde en el jardín de su casa de la calle Ribas, frente a la de Torrealba, a contemplar el Morro mientras el sol se despedía, en un ritual reconfortante que le devolvía las energías tras la diaria agotadora jornada de médico de pobres, como Pieretti, como Torrealba.
Torrealba tuvo gemelos –José Ramón y Nicolás-, ahijados de Pieretti. Pieretti t uvo gemelos –Blanca y Francisco José- ahijados de Ranuárez. Ranuárez tuvo gemelos –Israel José y José Israel. Ranuárez nació y murió en diciembre (12 y 10), Pieretti nació y murió en diciembre (31 y 4). Toreralba fue Presidente del Concejo Municipal de Zaraza (1929) y Ranuárez presidió el de San Juan de los Morros (1974).
Torrealba tuvo hijos aficionados a la cría de gallos de pelea: Rafael Tereso y  José Ramón. Pieretti fue gallero reconocido. Ranuárez era hijo de un gran gallero, Don Pedro Ranuárez, nacido en San José de Unare y quien cuidó gallos del General Gómez.
Torrealba paseaba a caballo por las calles de San Juan de los Morros antes de adquirir un Pontiac 1953. En su casa no faltó nunca un burro de silla. Ranuárez tuvo siempre un caballo para pasear en su pequeño fundo de Tiznados, donde tenía también un burro muy manso que se ensillaba apenas llegábamos. Pieretti tuvo una yegua para sus paseos por LA COROMOTO, pequeño fundo entre San Juan de los Morros y San Sebastián de los Reyes. Tuvo también un burro para pasear a los hijos y nietos. Mientras al noble animal lo cazaban para dar de comer a los leones y tigres de los circos y zoológicos, Torrealba, Pieretti y Ranuárez los protegían y elogiaban en su tradicional presencia como medio de transporte y de carga antes de la llegada del automóvil.
Pedro Tovar su cuñado, paseaba todas las tardes a Torrealba por la carretera que une a San Juan y San Sebastián de los Reyes. Pieretti adquirió terreno a orillas de esa carretera y allí fundó su templo a la naturaleza. Ranuárez iba con frecuencia a San Sebastián y allí compartía con el Maestro Escobar Lara, descendiente del Teniente de Justicia de San Juan, Don Alfonso Escobar y Lara. Escobar era gallero, amigo de Pieretti y de Torrealba.
Torrealba, Pieretti y Ranuárez, juraron seguir la senda de Hipócrates. Lo hicieron bien y fielmente. Los tres fueron alérgicos a los Hipócritas y los mantuvieron a raya. Los tres admiraron al teólogo, filósofo y médico nacido a orillas del Lago Constanza en 1733: Francisco Antonio Mesmer, autor de la teoría sobre la influencia del hombre sobre el hombre cuando se rompe el equilibrio de la armonía de las criaturas, cuando aparece la enfermedad, cuando se interrumpe la sucesión rítmica del flujo y del reflujo, la teoría que orientaría a la Psicología y a la Psiquiatría, fundamentada en la existencia en el ser humano de un impulso eterno, instintivo y vital de apartar lo morboso de sí, en una fuerza salvadora que no es más que la apetencia de salud.
Torrealba, Pieretti y Ranuárez concibieron al acto médico como un acto humano de inspiración divina, creyeron en los efectos destructivos de las alteraciones psicológicas sobre el funcionamiento del cuerpo y de allí que Torrealba y Pieretti como clínicos trataban de llegar a el origen de muchos males propios de la sociedad contemporánea. Ranuárez, por su parte, estudió Sicopatología. Los tres apóstoles de la Medicina habían leído a Stephan Zweig, magnífico narrador de la vida del médico Vienés quien “en sus tiempos de inmensa gloria no se mostró nunca insolente o fanfarrón, y ahora, viejo y olvidado, lo hallamos modesto, magnánimo y saturado de estoica sabiduría”.
Los tres, Torrealba, Pieretti y Ranuárez, vivieron con la riqueza de su conocimiento para regalarlo a cada paso y con el tesoro de sus convicciones, para aplicar a sus vidas, para ser felices y hacer felices, aún en medio de las asechanzas, las traiciones y las malidecencias. Que no lograron mellar a esos espíritus superiores cuya palabra como la de todos los elegidos para adelantarse a su tiempo, cobra y cobrarán vigencia cada vez más.
Torrealba, Pieretti y Ranuárez: tres portentos de Dignidad. Tres vidas paralelas.

1 comentario:

  1. Los tres fueron paladines de la sencillez y la humildad, eso los hizo famosos en el ejercicio de su profesión. Mis paisanos sanjuaneros quienes los conocieron al igual que yo nos sentimos orgullosos de que nuestro pueblo natal San Juan de los Morros los haya acobijado en su regazo.

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