Pieretti
Ranuárez
Torrealba
La muerte del Doctor Rafael Vicente Pieretti el sábado
cuatro de diciembre del año 2004, nos llevó a relacionar su vida y su obra con
la del sabio José Francisco Torrealba y con la de nuestro padre, el Doctor
Israel Ranuárez Balza.
Desde la ventana de nuestro rancho, viendo la fascinante
silueta del cerro Pariapán establecimos puntos coincidentes en esas tres vidas
en un asombroso paralelismo.
Cinco apóstoles tuvo la medicina en el Valle de los
Morros: José Francisco Torrealba, Tulio Pineda, Rafael Vicente Pieretti, Israel
Ranuárez Balza y Santiago Mujica Neira. Los cuatro primeros se fueron en el
medio del dolor de un pueblo que los valoró en toda la dimensión de sus
virtudes y conocimientos. Mujica sigue dando luces.
De esos cinco apóstoles de la Medicina, tres ofrecen
aspectos comunes que creemos necesario destacar:
Torrealba nace en Santa María de Ipire (1896), entonces
municipio del extinto Distrito Zaraza del Estado Guárico. Ranuárez nace en
Zaraza (1922), pueblo del Oriente del Guárico, el mismo año que Torrealba
recibe el título de Doctor en Ciencias Médicas.
Pieretti nace en Puerto Píritu, pueblo del Oriente de
Venezuela (1916) y se gradúa también en la Universidad Central situada entonces
en la esquina de San Francisco. Los tres tuvieron entre sus maestros al Doctor
Pepe Izquierdo, quien mantuvo con ellos amistad hasta su muerte. Izquierdo en
gesto que Pieretti no olvidó nunca, atendió a Doña Friné cuando nació la hija
mayor, Friné de los Ángeles. Ranuárez recibía cartas de su Maestro General
López Contreras a Nueva York (1952), increpándole por los saqueos a los bienes
del General Juan Vicente Gómez. Izquierdo visitó a Torrealba y Torrealba en su
obra escrita lo nombra con elevado sentimiento de gratitud.
DIOS
Los tres Apóstoles de la Medicina eran hombres de fe.
Pieretti no olvidó nunca a los Salecianos que profundizaron la fe cristiana que
ya Doña Blanca y Don Rafael, sus padres, le habían enseñado. Ranuárez fue
cursillista de cristianidad, mantuvo consulta gratuita en la Iglesia de LA
MORERA a pedimento del padre Antonio Abella, su gran amigo y en sus días de
estudiante en el viejo Colegio Roscio, tuvo cercanía con el padre Timoteo
García, español que dictaba clases de Latín y Raíces Griegas. Pieretti mantuvo
amistad estrecha con el Padre Timoteo, quien fue compadre. Cuando el prelado
murió, el Doctor Pieretti cedió parte de su panteón familiar donde hoy reposan
los restos suyos y los de sus padres. Al lado del padre Timoteo.
Torrealba, Pieretti y Ranuárez, escogieron a San Juan de
los Morros para entregar sus mejores esfuerzos y sus conocimientos al ejercicio
de la Profesión con desprendimiento, ética y pasión creadora. Torrealba llegó
en 1942, Pierettti en 1943 y Ranuárez en 1949. Los tres murieron en Caracas y
los tres están sepultados en el Cementerio de San Miguel Arcángel. La década
del cuarenta los recibe, en años distintos, para unir sus vidas por invisibles
lazos de asombrosas coincidencias.
Torrealba era enemigo jurado de protocolos, vestía de
kaki, usaba pantuflas y nada le importó su paciencia personal aunque si el
cumplimiento de las normas de higiene. Pieretti usaba pantalón de kaki y
camisas manga corta, al igual que Ranuárez. Usaban traje oscuro en ocasiones
especiales y pasado el momento del acto social o cultural, se quitaban corbata
y saco. No eran dados a homenajes y sus vidas estuvieron signadas por la
humildad. Amaron entrañablemente a sus familias. Torrealba tuvo doce hijos,
Pieretti seis y Ranuárez seis. Enseñaron a los suyos a vivir con decencia,
honestidad y decoro. Ajenos fueron al bullicio, lejanos se mantuvieron del
chisme y la murmuración.
Torrealba disfrutaba viendo al Morro y lo menciona
varias veces en sus escritos. “ El interrogante y espléndido paisaje de los
Morros”, dice en su CANTO DE GUACABAS (La esfera, 10 de marzo de 1959).
Pieretti lo contemplaba y lo pintó en cuadros que regaló a familiares y amigos.
Uno de ellos, lo guarda celosamente Blanca de Gimón, maestra fundadora del
Grupo Escolar REPÚBLICA DEL BRASIL, donde estudiaron hijos de Torrealba, hijos
de Pieretti y dos de los hijos de Ranuárez. Ranuárez se sentaba cada tarde en
el jardín de su casa de la calle Ribas, frente a la de Torrealba, a contemplar
el Morro mientras el sol se despedía, en un ritual reconfortante que le
devolvía las energías tras la diaria agotadora jornada de médico de pobres,
como Pieretti, como Torrealba.
Torrealba tuvo gemelos –José Ramón y Nicolás-, ahijados
de Pieretti. Pieretti t uvo gemelos –Blanca y Francisco José- ahijados de
Ranuárez. Ranuárez tuvo gemelos –Israel José y José Israel. Ranuárez nació y
murió en diciembre (12 y 10), Pieretti nació y murió en diciembre (31 y 4).
Toreralba fue Presidente del Concejo Municipal de Zaraza (1929) y Ranuárez
presidió el de San Juan de los Morros (1974).
Torrealba tuvo hijos aficionados a la cría de gallos de
pelea: Rafael Tereso y José Ramón.
Pieretti fue gallero reconocido. Ranuárez era hijo de un gran gallero, Don
Pedro Ranuárez, nacido en San José de Unare y quien cuidó gallos del General
Gómez.
Torrealba paseaba a caballo por las calles de San Juan
de los Morros antes de adquirir un Pontiac 1953. En su casa no faltó nunca un
burro de silla. Ranuárez tuvo siempre un caballo para pasear en su pequeño
fundo de Tiznados, donde tenía también un burro muy manso que se ensillaba apenas
llegábamos. Pieretti tuvo una yegua para sus paseos por LA COROMOTO, pequeño
fundo entre San Juan de los Morros y San Sebastián de los Reyes. Tuvo también
un burro para pasear a los hijos y nietos. Mientras al noble animal lo cazaban
para dar de comer a los leones y tigres de los circos y zoológicos, Torrealba,
Pieretti y Ranuárez los protegían y elogiaban en su tradicional presencia como
medio de transporte y de carga antes de la llegada del automóvil.
Pedro Tovar su cuñado, paseaba todas las tardes a
Torrealba por la carretera que une a San Juan y San Sebastián de los Reyes.
Pieretti adquirió terreno a orillas de esa carretera y allí fundó su templo a
la naturaleza. Ranuárez iba con frecuencia a San Sebastián y allí compartía con
el Maestro Escobar Lara, descendiente del Teniente de Justicia de San Juan, Don
Alfonso Escobar y Lara. Escobar era gallero, amigo de Pieretti y de Torrealba.
Torrealba, Pieretti y Ranuárez, juraron seguir la senda
de Hipócrates. Lo hicieron bien y fielmente. Los tres fueron alérgicos a los
Hipócritas y los mantuvieron a raya. Los tres admiraron al teólogo, filósofo y
médico nacido a orillas del Lago Constanza en 1733: Francisco Antonio Mesmer,
autor de la teoría sobre la influencia del hombre sobre el hombre cuando se
rompe el equilibrio de la armonía de las criaturas, cuando aparece la
enfermedad, cuando se interrumpe la sucesión rítmica del flujo y del reflujo,
la teoría que orientaría a la Psicología y a la Psiquiatría, fundamentada en la
existencia en el ser humano de un impulso eterno, instintivo y vital de apartar
lo morboso de sí, en una fuerza salvadora que no es más que la apetencia de
salud.
Torrealba, Pieretti y Ranuárez concibieron al acto
médico como un acto humano de inspiración divina, creyeron en los efectos destructivos
de las alteraciones psicológicas sobre el funcionamiento del cuerpo y de allí
que Torrealba y Pieretti como clínicos trataban de llegar a el origen de muchos
males propios de la sociedad contemporánea. Ranuárez, por su parte, estudió
Sicopatología. Los tres apóstoles de la Medicina habían leído a Stephan Zweig,
magnífico narrador de la vida del médico Vienés quien “en sus tiempos de
inmensa gloria no se mostró nunca insolente o fanfarrón, y ahora, viejo y
olvidado, lo hallamos modesto, magnánimo y saturado de estoica sabiduría”.
Los tres, Torrealba, Pieretti y Ranuárez, vivieron con
la riqueza de su conocimiento para regalarlo a cada paso y con el tesoro de sus
convicciones, para aplicar a sus vidas, para ser felices y hacer felices, aún
en medio de las asechanzas, las traiciones y las malidecencias. Que no lograron
mellar a esos espíritus superiores cuya palabra como la de todos los elegidos
para adelantarse a su tiempo, cobra y cobrarán vigencia cada vez más.
Torrealba, Pieretti y Ranuárez: tres portentos de
Dignidad. Tres vidas paralelas.
Los tres fueron paladines de la sencillez y la humildad, eso los hizo famosos en el ejercicio de su profesión. Mis paisanos sanjuaneros quienes los conocieron al igual que yo nos sentimos orgullosos de que nuestro pueblo natal San Juan de los Morros los haya acobijado en su regazo.
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