A San Sebastián se
viene como viene ayer, o se
vuelve, como vuelvo hoy. La vida del San Juan de nuestras luchas, está
indisolublemente unida a la vida del San Sebastián de nuestros inmarditables
amores. Con el mismo orgullo de
nuestro padre por sus amigos de esta
comarca, el bachiller Escobar Lara, el Señor Zamora, los Flores, los Rodríguez y muchos otros, con
ese mismo sano orgullo estamos
hoy aquí, contentos de Quito y del Negro, de nuestras inolvidables secretarias Lola Azuaje
y Moraima Cedeño, y
agradecidos por María Teresa, la reina
de Agua Viva, capitulo abierto en una tarde de coleadera, cuando hundió sus verdes
pupilas en las mías, capítulo cerrado
cuando la enterramos bajo la
incontenible lluvia del cielo, Víctor Pérez,
su último marido, y yo, su más grande amor, como solía ella decir.
He
vuelto para dar un testimonio de fe en el pasado que nos une
como personas y como pueblos. La gente anda siempre testimoniando
razones de hoy, y fundamentando esperanzas para mañana. Nosotros, en merecido honor a la indisciplina que nos
acompaña como sombra, queremos agradecer, a Dios por el Caramacate, a Díaz Alfaro, por éste pueblo y a la vida, la
oportunidad de tener ayer, y que
en ese ayer esté sembrado San Sebastián en el recuerdo, ese
que nos explica la hora presente y nos permite hacer ejercicios de
futuro.
Gracias San Sebastián, por permitirme un consejero de los kilates de
Miguel Ramón, cada semana, de paso a la
infaltable visita a su hermana, dándonos ánimo en la dura batalla de esos días
por la cultura. Iba como maestro y como
amigo, con el mal de su cuerpo, y el
bien de su alma, ambos en pleno avance, en indetenible avance.
Gracias por un director de la talla de
Felipe Santiago, nacido para enseñar. Gracias por permitirme conocer a
una mujer de las virtudes de Abada, llamada también Petra, militante de las
más justas causas.
Gracias San Sebastian por esos dos amigos llamados Ramón y Pedro, dos nombres,
dos hombres, dos destinos y un solo sentimiento, sobre quienes hablaremos sin fórmula de metodología, de ésta
manera: Nace RAMÓN en San Sebastián y Pedro en San Juan. Ambos
el año 21 del siglo que se nos fue sin que nos diéramos cuenta. Pedro en
febrero, el día ocho y Ramón, en septiembre, el primer día. Ramón era hijo de Enrique Ziegler Colling y
de Vitalia Alvarez González, sansebastianeros, con ascendencia por vía
paterna, de alemanes de la selva Negra.
Pedro era hijo de José del Carmen Laya y de Ninfa Torres, calaboceña ella, apureño posiblemente él. Ramón tuvo tres hermanos:
Enrique, Luís y Eduardo. Pedro no tuvo
ninguno al menos biológico y conocido, tal vez por eso llamaba hermano a cada
amigo. Ramón convivió con los
suyos hasta que hizo camino. Pedro se
vino en 1932 a San Sebastián con
los ojos oscuros, con vista y húmedos, por el abandono
del padre, quien regresó al llano para
se lo tragara.
Pedro y Ramón fueron músicos. No músicos
de oído, músicos
de pentagrama y en esa condición
integraron la Banda
Municipal y fueron alumnos de Marcos Torres, tío materno de Pedro, hermano de Juan Vicente, quien fabricó un Órgano de tubos que él mismo ejecutaba con
singular maestría en la iglesia de
éste pueblo.
Pedro se
casó en Caracas con la Ítalo-Argentina Ester Valdés, pianista,
cantante y compositora nacida en Italia. No tuvieron hijos. Adoptaron uno a
quien llamaron Pedro y le dieron apellido y oportunidades y quien al
parecer no encontró la G-
para cultivar la virtud que con ella comienza. Ramón se casó con una sansebastianera llamada María
Antonieta Aljorna, quien por fortuna todavía vive para contar
la historia buena de un amor que
retoñó siete veces en su vientre y una en el corazón: Eduardo José, Ramón Antonio,
Willian Enrique, Vitalia del Carmen, José Vicente, Luís Enrique, María Josefina
y Caridad del Carmen Ziegler-Aljorna, y
Pedro Simón García.
Bajo la dirección del maestro Marcos
Torres-hijo del otro Marcos Torres, fundador de una Orquesta en Calabozo con sus doce hijos, Pedro y Ramón integran la estudiantina del pueblo, mientras aprenden para la vida, de la
mano de Miguel Ramón Utrera y de José María Duran, en la Escuela , "Pedro Aldao". Ramón y Pedro solían
hacer largas caminatas por las afueras del pueblo. Recorrían la aldea cantada por
Miguel Ramón. Compartían el dulce de riñones, jobos y mamones en los campos cercanos,
siguiendo el curso del río. Aquí hicieron vida buena para aprender a vivir.
Pedro estudió en el Colegio Roscio,
creado por Arévalo Cedeño en San Juan, en 1938. Fue condiscípulo de Leoncio
Corro, Juancho Heredia, Israel Ranuárez y Pedro Díaz Seijas, entre otros.
Escribió Díaz Seijas una vez, que Pedro tenía una apabullante personalidad, con
madera de lider aún cuando lo acosaba la pobreza era alegre. A Ramón no le faltó nunca el
pan, pero aún así trabajó desde
muy joven.
Pedro se
fue a Caracas, estudió bajo
la dirección del Maestro V. E. Sojo,
llegó a ejecutar nueve instrumentos. Formó
parte de
la
Sinfónica Venezuela
como primer oboe. Se hizo periodista y
prestó servicios en EL HERALDO y la Revista Biliken ,
Fundó la Revista del Consejo
de la Judicatura , todavía sin parangón a pesar de haber transcurrido mas de
treinta años.
Ramón
se vino a San Juan,
no sin antes dejar luminosa estela como dirigente cultural
en la "Pedro Aldao" y en el periódico escolar "CRISOL".
Estudió dibujo y pintura bajo la dirección de Miguel Ramón. Muchas serían sus
obras con temas de campo árbol, río, casitas, cielo y luz. Hizo Ramón un
imaginario del acto fundacional de San Sebastian, aquel día de Reyes de 1585.
Pedro funda en Caracas, con
su esposa, un grupo Infantil. El piano
es el único patrimonio material de ambos, y la vieja máquinita Remintong de él el medio
para decir su palabra en periódicos y
revistas. El 20 de junio de 1953,
salió por primera vez el
programa “BAMBILANDIA”, por Televisa, canal 4 en los días iniciales
del gran invento de la visión a distancia, imagen y sonido juntos en mágico
viaje. EI mejor programa infantil de la Televisión venezolana en más de medio siglo. Pedro
publicó el ÁLBUM DE ORO DE BAMBILANDIA,
cuando cumplió dos años y cuando
llegó a doce años, Un ejemplar de éste último está en la
biblioteca del Museo ANDRES RODRÍGUEZ.
Ramón Antonio dejó huella profunda en su
gratuita escuelita de música. Se va a San Juan
luego de haber sido secretario
del Concejo Municipal y de incorporarse a la Cofradía de la
Caridad , en 1943. en 1945
se incorpora a la Orquesta SIBONEY , junto a músicos como Néstor Acosta, Julio
Manuel Martínez, Jesús y José Torrealba
y Antonio Scott, entre otros. Trabaja
como radiotécnico en CASA CAMACARO y funda su taller CASA DEL RADIO, en un local
de la casa que fue del carpintero Rafael Alayón, al lado de
la casita donde había nacido Pedro
Moisés, cerca de la Antigua Lagunita , Plaza del Magisterio
para entonces, y Plaza de LOS SAMANES
hoy.
Pedro viajó a Europa. Vivió en
Luxemburgo y en Florencia. Cosechó
triunfos y asimiló la ingratitud, el
mal de los huesos de su esposa, y su propio mal, corazón y pulmones debilitados por trasnocho
y cigarrillo. En un Hospital de Italia,
le fue diagnosticada DISTROFIA MUSCULAR. El mal le llegó a la Médula. Había
perdido la vista. escribió cartas conmovedoras a su compadre y amigo Ramón
Antonio, Pedro Murió pobre, en
Stazzaro, Alessandría, Italia, soñando en los dos pueblos de su vida. Cerró los ojos el 24 de octubre de 1982.
RAMON ANTONIO siguió leyendo, recordando
y escribiendo. Con su noble esposa iba al mercado. Escribió y publicó sobre la historia de ambos pueblos. Clarificó el error repetido
hasta entonces sobre la fundación de San
Juan de los Morros, desterrando convincentemente el nombre de
LUIS XIMENEZ DE ROJAS, como fundador de San Juan, pueblo de formación
espontánea. Expuso sus obras,
jamás comercializadas. Pintaba por amor
al arte y las regalaba. Es autor del
Escudo de San Sebastián. Crió y educó a
sus hijos bajo el signo de la honestidad traducida en humildad, honradez
y servicio Público. Fue Co-fundador del Cuerpo de Bomberos de la
ciudad de los Morros
y entusiasta cursillista de cristiandad. Recibió diplomas y
condecoraciones aquí y allá, como buen hijo de ambos pueblos. Al final, le
fallaban las piernas, pero jamás la memoria. Murió en Caracas, el de
del año.
Estas palabras no son precisamente dos
historias de vida, sino dos vidas de dos Hombres en la
vida de dos pueblos, con un inmenso amor de ambos por ambos, Dos
pueblos, dos ríos, dos sueños, dos
maneras de vivir y de morir, dos recuerdos que
guardamos de dos amigos
a quienes amamos y seguimos
amando en toda la pródiga grandeza de amor de varones. Y, para homenajear a PEDRO MOISÉS LAYATORRES Y A RAMÓN AMTONIO ZIEGLER,
tomemos prestadas las palabras de uno de ellos, Pedro Moisés, en acto homenaje a Don Andrés Rodríguez en
1974. Dijo Pedro entonces:
"La comprensión de la pobreza hace al hombre de corazón humilde,
de humildad perfecta, capaz de levantar su inteligencia para alcanzar el
secreto profundo de la dignidad estoica: Contentarse con lo que se tiene restringiéndose
en sus propias necesidades.
Hablaba Pedro ese día del barbero, médico,
carpintero, músico, dentista y escultor llamado Andrés Rodríguez Ramírez, pero
hablaba también sin proponérselo,
de su entrañable
amigo, presente en el acto, RAMÓN
ANTONIO ZIEGLER, y hablaba también Pedro
de si mismo, de su pobreza prefecta por digna.
San Sebastián de los Reyes 22 de junio del 2007
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