martes, 11 de abril de 2017

DOS PUEBLOS, DOS NOMBRES DOS HOMBRES Y UN SOLO SENTIMIENTO


A San Sebastián  se  viene como viene  ayer,   o se  vuelve, como vuelvo hoy. La vida del San Juan de nuestras luchas, está indisolublemente unida a la vida del San Sebastián de nuestros  inmarditables  amores. Con el mismo  orgullo de nuestro padre por sus  amigos de esta comarca, el bachiller Escobar Lara, el Señor Zamora,   los Flores, los Rodríguez y muchos  otros, con  ese mismo sano orgullo    estamos hoy aquí, contentos de Quito y del Negro, de nuestras  inolvidables secretarias  Lola Azuaje    y Moraima Cedeño,   y agradecidos  por María Teresa, la reina de Agua Viva, capitulo abierto en   una tarde    de coleadera, cuando hundió sus verdes pupilas en las mías,  capítulo cerrado cuando la enterramos    bajo la incontenible lluvia del cielo,  Víctor Pérez, su último marido,  y yo,  su más grande amor, como solía ella decir.
He  vuelto para dar un testimonio de fe en el pasado que nos  une  como personas y como pueblos. La gente anda siempre testimoniando razones de hoy, y fundamentando esperanzas para mañana. Nosotros,   en merecido honor a la indisciplina    que nos  acompaña como sombra, queremos agradecer,   a Dios por el Caramacate,   a Díaz Alfaro, por  éste pueblo y a la vida,   la  oportunidad de tener ayer,  y que en ese ayer    esté sembrado San    Sebastián en el recuerdo,   ese  que nos explica la hora presente y nos permite hacer ejercicios de futuro.
Gracias San Sebastián,  por permitirme un consejero de los kilates de Miguel Ramón, cada semana,   de paso a la infaltable visita a su hermana, dándonos ánimo en la dura batalla de esos días por la cultura. Iba    como maestro y como amigo, con el mal de su cuerpo,  y el bien de  su alma,  ambos en pleno avance, en indetenible avance. Gracias por un director de la talla de    Felipe Santiago, nacido para enseñar. Gracias por permitirme conocer a una mujer de  las  virtudes de Abada,   llamada también Petra, militante  de  las más  justas causas.
Gracias San  Sebastian por esos dos  amigos llamados Ramón y Pedro, dos nombres, dos hombres, dos destinos y un solo sentimiento,  sobre quienes hablaremos  sin fórmula de metodología,  de  ésta manera:   Nace RAMÓN  en San Sebastián y Pedro en San Juan. Ambos el año 21 del siglo que se nos fue sin que nos diéramos cuenta. Pedro en febrero,  el día ocho y Ramón,  en septiembre, el primer día.  Ramón era hijo de Enrique Ziegler Colling y de Vitalia Alvarez González, sansebastianeros, con ascendencia por vía paterna,  de alemanes de la selva Negra. Pedro era hijo de José del Carmen Laya y de Ninfa Torres, calaboceña ella,   apureño posiblemente él. Ramón tuvo tres hermanos: Enrique,   Luís y Eduardo. Pedro no tuvo ninguno al menos biológico y conocido, tal vez por eso llamaba hermano a cada amigo. Ramón  convivió con  los  suyos hasta que hizo camino. Pedro se  vino en  1932  a San Sebastián  con  los  ojos   oscuros, con vista y húmedos, por el abandono del padre,   quien regresó al llano para se  lo tragara.
Pedro y Ramón fueron músicos. No músicos de  oído,   músicos  de  pentagrama y en esa condición integraron la Banda Municipal y fueron alumnos de Marcos Torres,  tío materno de Pedro,  hermano de Juan Vicente,  quien fabricó un  Órgano de tubos que él mismo ejecutaba con singular maestría en  la iglesia de éste  pueblo.
Pedro se  casó en Caracas  con  la Ítalo-Argentina Ester Valdés, pianista, cantante y compositora nacida en Italia. No tuvieron hijos. Adoptaron uno a quien llamaron Pedro y le dieron apellido y oportunidades y quien al parecer    no encontró la  G- para cultivar la virtud que  con  ella comienza. Ramón se  casó con una sansebastianera llamada María Antonieta Aljorna, quien por fortuna todavía vive  para contar  la historia buena de un  amor que retoñó siete veces en  su vientre y una en  el corazón: Eduardo José, Ramón Antonio, Willian Enrique, Vitalia del Carmen, José Vicente, Luís Enrique, María Josefina y Caridad del Carmen Ziegler-Aljorna,   y Pedro Simón García.
Bajo la dirección del maestro Marcos Torres-hijo del otro Marcos Torres, fundador de una Orquesta en Calabozo    con sus doce hijos, Pedro y Ramón integran  la estudiantina del pueblo, mientras  aprenden para la vida,   de  la mano de Miguel Ramón Utrera y de José María Duran, en la Escuela,  "Pedro Aldao". Ramón y Pedro solían hacer largas caminatas por las afueras del pueblo. Recorrían la aldea cantada por Miguel Ramón. Compartían el dulce de riñones, jobos y mamones en los campos cercanos, siguiendo el curso del río. Aquí hicieron vida buena para aprender a vivir.
Pedro estudió en el Colegio Roscio, creado por Arévalo Cedeño en San Juan, en 1938. Fue condiscípulo de Leoncio Corro, Juancho Heredia, Israel Ranuárez y Pedro Díaz Seijas, entre otros. Escribió Díaz Seijas una vez, que Pedro tenía una apabullante personalidad, con madera de lider aún cuando lo acosaba la pobreza    era alegre. A Ramón no le faltó nunca el pan,   pero aún así trabajó desde muy  joven.
Pedro se  fue  a Caracas, estudió    bajo  la dirección  del Maestro V. E. Sojo, llegó a ejecutar nueve  instrumentos. Formó parte  de  la Sinfónica  Venezuela como primer  oboe. Se hizo periodista y prestó servicios en EL HERALDO y  la Revista Biliken,  Fundó  la Revista del Consejo de  la Judicatura, todavía sin  parangón a pesar de haber  transcurrido    mas de  treinta años.
Ramón  se  vino a San  Juan,   no sin  antes  dejar luminosa estela como dirigente cultural en la "Pedro Aldao" y en el periódico escolar "CRISOL". Estudió dibujo y pintura bajo la dirección de Miguel Ramón. Muchas serían sus obras con temas de campo árbol, río, casitas, cielo y luz. Hizo Ramón un imaginario del acto fundacional de San Sebastian,  aquel día de Reyes de 1585.
Pedro funda en Caracas,   con  su esposa,   un grupo Infantil.  El piano  es el único patrimonio material de ambos,  y la vieja máquinita Remintong de él el medio para decir su palabra    en periódicos y revistas. El 20 de  junio de  1953,   salió por primera vez  el programa  “BAMBILANDIA”,   por Televisa, canal 4 en los días iniciales del gran invento de  la visión  a distancia, imagen y sonido juntos en mágico viaje. EI mejor programa infantil de  la Televisión  venezolana en más de medio siglo. Pedro publicó el ÁLBUM DE ORO DE BAMBILANDIA,   cuando cumplió dos  años y cuando llegó a    doce  años, Un ejemplar de éste último está en la biblioteca del Museo ANDRES RODRÍGUEZ.
Ramón Antonio dejó huella profunda en su gratuita    escuelita de música. Se  va a San Juan  luego de haber  sido secretario del Concejo Municipal y de  incorporarse  a  la Cofradía de  la Caridad,   en  1943.  en  1945  se  incorpora a la Orquesta SIBONEY,   junto a músicos como Néstor Acosta, Julio Manuel Martínez, Jesús y José Torrealba    y Antonio Scott, entre  otros. Trabaja como radiotécnico en CASA CAMACARO y funda su taller CASA DEL RADIO, en un local de la casa que fue del carpintero Rafael Alayón,  al lado de  la casita donde había nacido Pedro    Moisés,   cerca de  la Antigua Lagunita, Plaza del Magisterio para entonces,  y Plaza de  LOS SAMANES  hoy.
Pedro viajó a Europa. Vivió en Luxemburgo y en  Florencia. Cosechó triunfos y asimiló la ingratitud,   el mal de  los huesos de su esposa,   y su propio mal,  corazón y pulmones debilitados por trasnocho y cigarrillo. En un Hospital de Italia,   le fue diagnosticada DISTROFIA MUSCULAR. El mal le  llegó a la Médula. Había perdido la vista. escribió cartas conmovedoras a su compadre y amigo Ramón Antonio, Pedro Murió pobre,   en Stazzaro, Alessandría, Italia, soñando en los dos pueblos de  su vida. Cerró los ojos el 24 de  octubre de 1982.
RAMON ANTONIO siguió leyendo, recordando y escribiendo. Con  su noble  esposa iba al mercado.  Escribió y publicó sobre  la historia de  ambos pueblos. Clarificó el error repetido hasta entonces sobre  la fundación de San Juan de los Morros, desterrando convincentemente  el nombre de  LUIS XIMENEZ DE ROJAS, como fundador de San  Juan, pueblo de  formación  espontánea. Expuso sus  obras, jamás  comercializadas. Pintaba por amor al arte y las regalaba. Es  autor del Escudo de San  Sebastián. Crió y educó a sus hijos  bajo el signo de  la honestidad traducida en humildad, honradez y servicio Público. Fue Co-fundador del Cuerpo de Bomberos  de  la ciudad  de  los Morros  y entusiasta cursillista de cristiandad. Recibió diplomas y condecoraciones aquí y allá, como buen hijo de ambos pueblos. Al final, le fallaban las piernas, pero jamás la memoria. Murió en Caracas, el     de    del año.
Estas palabras no son precisamente dos historias de vida,   sino dos vidas   de dos Hombres  en  la vida de dos  pueblos, con un  inmenso amor de ambos por ambos, Dos pueblos,  dos ríos, dos sueños, dos maneras de vivir y de morir, dos recuerdos que   guardamos de  dos  amigos  a quienes  amamos y seguimos amando en toda la pródiga grandeza de amor de varones. Y,   para homenajear  a PEDRO    MOISÉS LAYATORRES Y A RAMÓN AMTONIO ZIEGLER, tomemos prestadas las palabras de uno de ellos, Pedro Moisés,  en acto homenaje  a Don Andrés Rodríguez  en  1974. Dijo Pedro entonces:
"La comprensión de  la pobreza hace al hombre de corazón humilde, de humildad perfecta, capaz de levantar su inteligencia para al­canzar el secreto profundo de la dignidad estoica: Contentarse con lo que se tiene restringiéndose en sus propias necesidades.
Hablaba Pedro ese día del barbero, médico, carpintero, músico, dentista y escultor llamado Andrés Rodríguez Ramírez, pero hablaba también sin proponérselo,   de  su    entrañable  amigo, presente  en el acto, RAMÓN ANTONIO ZIEGLER,  y hablaba también Pedro de  si mismo,  de su pobreza prefecta por digna.


San Sebastián de los Reyes 22 de  junio del 2007

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