miércoles, 5 de abril de 2017

El Jardín de las Espérides


Celebramos ese día -mayo 26 del 2005-, los doscientos veinticinco años de la creación  de la Parroquia Eclesiástica SAN JUAN BAUTISTA DE LOS MORROS. El sol de media mañana se colaba entre los árboles de la Plaza de Bolívar.  La ceremonia tuvo mucho de grande por ese discurso contentivo de una magistral lección de Morrología,  con opinión ajena hecha suya,  con palabra muy suya hecha nuestra, en lenguaje propio y apropiado.  El poeta citó impresiones de poetas, científicos, pintores y viajeros de anteayer y de ayer,  sobre los centinelas de piedra que custodian al Valle,  llamado Paurario por los desnudos de cuerpo y de alma que lo habitaron antes de la llegada del conquistador.

El Doctor Adolfo Rodríguez,  llanerólogo de sueños cumplidos,  nos llevó de la realidad al mito y del mito a la magia.  Ese discurso movió y conmovió.  Dióle por título “San Juan de los Morros, El Jardín de las Esperides” y eso fue suficiente para llevarnos a la Poética insolitez de los griegos precristianos:  Heracles, el super héroe llamado Hércules por los romanos, el más antiguo de todos,  venerado desde ocho siglos AdC, el hijo de Zeus, el de la lujuria insaciable,  llevado a la locura por Hera, rescatado de la pira por su padre para llevarlo al cielo, ganando entre todos los héroes de la mitología, la ansiada inmortalidad.

Administrados,  legisladores y administradores,  absortos.  Jamás nadie había hablado así en la comarca.  El  constructo bien hilvanado con los recursos de la miticidad satisfizo a plenitud.  Cuando el poeta- Historiador pedagogo llamado Adolfo,  hijo de la tierra del Ipire nombró a las hijas de Atlas que custodiaban las manzanas robadas por Herácles luego de matar al dragón que las custodiaba,  pensamos en una de esas manzanas,  la robada por Eris y arrojada sobre las diosas.  Remontados y transportados nos dijimos Ojala, quieran los dioses de este Olimpo nuestro pétreo y negriazuli,  nunca esa manzana aparezca en este valle,  para  que reine en él, la concordia que de la paz,  la paz que queremos y merecemos sus hijos.


Ese discurso se publica para que llegue,  se conozca y surta sus efectos en términos de querencia.  Para que se difundan conceptos, juicios, opiniones, pareceres y sentimientos que se han emitido y expresado a lo largo de dos siglos sobre el murallón basáltico que alimento nuestras pupilas de niño desde la subida del viejo mercado,  los morros de San Juan , esos tanto amados por Mieres, Pieretti, Torrealba, Bándres  y Mirabal,  esos que tanto amamos con pasión  infinita, junto al autor del inolvidable discurso, Alí Almeida ,  Victoria Lapenta, Elisa Pineda, y nosotros. Así es, Así sea, Así será.

1 comentario:

  1. Bienvenido Don Argenis a la blogesfera. Facebook es un buen medio para divulgar la aparición de las entradas. Espero las nuevas notas, sazonadas con fotos de ese maravilloso archivo gráfico que posees.

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