Celebramos ese día -mayo 26 del 2005-,
los doscientos veinticinco años de la creación
de la Parroquia Eclesiástica
SAN JUAN BAUTISTA DE LOS MORROS. El sol de media mañana se colaba entre los
árboles de la Plaza
de Bolívar. La ceremonia tuvo mucho de
grande por ese discurso contentivo de una magistral lección de Morrología, con opinión ajena hecha suya, con palabra muy suya hecha nuestra, en
lenguaje propio y apropiado. El poeta
citó impresiones de poetas, científicos, pintores y viajeros de anteayer y de
ayer, sobre los centinelas de piedra que
custodian al Valle, llamado Paurario por
los desnudos de cuerpo y de alma que lo habitaron antes de la llegada del
conquistador.
El Doctor Adolfo Rodríguez, llanerólogo de sueños cumplidos, nos llevó de la realidad al mito y del mito a
la magia. Ese discurso movió y
conmovió. Dióle por título “San Juan de
los Morros, El Jardín de las Esperides” y eso fue suficiente para llevarnos a la Poética insolitez de los
griegos precristianos: Heracles, el super
héroe llamado Hércules por los romanos, el más antiguo de todos, venerado desde ocho siglos AdC, el hijo de
Zeus, el de la lujuria insaciable,
llevado a la locura por Hera, rescatado de la pira por su padre para
llevarlo al cielo, ganando entre todos los héroes de la mitología, la ansiada
inmortalidad.
Administrados, legisladores y administradores, absortos.
Jamás nadie había hablado así en la comarca. El constructo
bien hilvanado con los recursos de la miticidad satisfizo a plenitud. Cuando el poeta- Historiador pedagogo llamado
Adolfo, hijo de la tierra del Ipire
nombró a las hijas de Atlas que custodiaban las manzanas robadas por Herácles
luego de matar al dragón que las custodiaba,
pensamos en una de esas manzanas,
la robada por Eris y arrojada sobre las diosas. Remontados y transportados nos dijimos Ojala,
quieran los dioses de este Olimpo nuestro pétreo y negriazuli, nunca esa manzana aparezca en este
valle, para que reine en él, la concordia que de la paz, la paz que queremos y merecemos sus hijos.
Ese discurso se publica para que
llegue, se conozca y surta sus efectos
en términos de querencia. Para que se
difundan conceptos, juicios, opiniones, pareceres y sentimientos que se han
emitido y expresado a lo largo de dos siglos sobre el murallón basáltico que
alimento nuestras pupilas de niño desde la subida del viejo mercado, los morros de San Juan , esos tanto amados
por Mieres, Pieretti, Torrealba, Bándres
y Mirabal, esos que tanto amamos
con pasión infinita, junto al autor del
inolvidable discurso, Alí Almeida ,
Victoria Lapenta, Elisa Pineda, y nosotros. Así es, Así sea, Así será.
Bienvenido Don Argenis a la blogesfera. Facebook es un buen medio para divulgar la aparición de las entradas. Espero las nuevas notas, sazonadas con fotos de ese maravilloso archivo gráfico que posees.
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