miércoles, 7 de febrero de 2018

HOTEL TERMAL

“Para finales de la segunda década del siglo XX se introduce en San Juan de los Morros, la actividad turística y recreativa, mediante la construcción de un confortable hotel, en el Balneario de las Aguas Termales, el mismo está situado en las cercanías de la antigua hacienda, que sirve de alojamiento a Juan Vicente Gómez mejor conocida como la Casa Amarilla. El Hotel Termal de San Juan de los Morros, conjuntamente con el Hotel Jardín de Maracay y el Hotel Miramar en el Balneario de Macuto, vienen a constituir la primera red hotelera nacional, promovida e incentivada por el Estado con la participación de capital privado”.
            Así inicia el Arquitecto José Miguel Funes su semblanza histórica sobre el Hotel Termal de San Juan de los Morros, bajo el título “El Hotel Termal, un selecto recinto social” en la obra inédita Concreción Urbana de San Juan de los Morros” (1999). El más completo aporte hasta el presente para el conocimiento de la historia local en general y de su urbanismo en particular.

            Funes, apasionado de la historia del pueblo que lo vio nacer, acucioso investigador, especialista en restauración de monumentos arquitectónicos, expresa: “En este hotel conviven frecuentemente el más nutrido grupo de la sociedad civil y militar que se involucra con el régimen Gomecista: militares, burócratas, comerciantes, hacendados, artistas, etc.”.

El Hotel Termal viene a constituir la respuesta del gobierno a la necesidad de alojamiento  de turistas, visitantes y temporadistas provenientes de toda Venezuela, atraídos por la fama de las aguas termales para el tratamiento de diversas enfermedades. El sabio alemán Alejandro de Humboldt visitó el lugar, se bañó en las aguas sulfurosas y así lo hizo constar en su obra sobre el  viaje a las regiones equinoccionales del nuevo continente.

El Hotel fue construido muy cerca de la fu ente de agua termal. La antigua posesión donde fue edificado, se llamó “La Velasquera” y el sitio más conocido como “Sabana de Agua Hedionda”, atravesada por la Quebrada de “Guaiquera”.


La carretera
El San Juan de los Morros de 1874 es un pequeño pueblo con apenas 4.500 habitantes. Según el historiador Enrique Olivo (calendario de fechas y sucesos de San Juan de los Morros, 1980), el General Presidente Guzmán Blanco, llegó el 18 de enero de ese año a San Juan y decretó la construcción de una carretera desde el pueblo, hasta “los Baños Termales de Agua Hedionda”. En 1890, bajo la administración del General José María García, Presidente del Gran Estado Miranda, se inició la construcción de “un balneario en agua hedionda”, según Olivo. Tito Sierra Santamaría (Fundación de San Juan de los Morros, 1962), afirma que fue Guzmán Blanco en 1874, quien ordenó la construcción de un “muy rudimentario balneario”, constituido por un estanque y  dos piscinas, reconstruidas en 1896, por orden del General Joaquín Crespo. La carretera hacia “Agua Hedionda”fue realizada bajo la dirección del el doctor Manuel Cipriano Pérez. El General J.V. Gómez ordenó la modificación del trazo y la macadanización. Se realizó una prolongación hacia “Las Adjuntas”, donde funcionaba la toma de agua para el poblado y donde fue instalada años más tarde la planta eléctrica que suministraría la luz al pueblo, al hotel, Casa Amarilla y demás residencias de la familia Gómez.

“Los Baños Termales” fueron decretados el 10 de octubre de 1917 Los trabajos comenzaron cuatro días más tarde bajo la dirección. El Ingeniero Leonardo Jiménez. El Balneario fue concluido el 13 de diciembre de ese mismo año, según nota al pie del plano.


El Hotel: eclecticismo arquitectónico
El Hotel Termal se inició bajo la Dirección del Ingeniero Rafael Díaz, quien se retiró por razones de salud. Correspondió al Doctor Guillermo Salas – hermano del pintor Tito Salas – continuar la obra hasta su inauguración por parte del Presidente Juan Vicente Gómez el 29 de febrero de 1920. El diseño original fue de una sola planta, con los ambientes distribuidos en torno a un patio central. Desde la carretera, dos escaleras centrales daban acceso a una terraza mirador, eliminadas escalera y terraza en la intervención hecha durante el gobierno de Pérez Jiménez (1954), cuando fue construida una segunda planta con habitaciones.

Sobre el diseño original, dice Funes (ob cit): “Presenta una marcada simetría en la distribución de los ambientes en torno a un patio central, sobre el cual se relacionan las habitaciones, la cocina, los corredores y los salones – comedores. La azotea se aprovecha como terraza-mirador a la que se le accede mediante un par de monumentales escaleras centrales que además sirven para identificar el acceso principal al Hotel. En las fachadas se manifiesta una geométrica ornamentación representada por los detalles de frisos, dinteles y vanos de puertas y ventanas las cuales contrastan con las formas neoclásicas de sus balaustrales, columnas y boardillas”.

Para Funes, el elaborado tratamiento de las fachadas, intenta romper con el convencionalismo de la fisonomía colonial, incorporando en su composición “un recargado repertorio formal que permite identificar un marcado eclecticismo arquitectónico característico de la época”.


La primera intervención
Con la construcción del “Centro de Turismo Baños Termales”, bajo el gobierno de Pérez Jiménez y la administración regional del abogado vallepascuense Emigdio Medina Ron, el Hotel Termal va a sufrir una primera intervención para adecuar su capacidad a flujo turístico. Se trae agua sulfurosa hasta las habitaciones y se dota nuevamente de todos los equipos desmantelados durante los saqueos realizados por la poblada que se produjo con la muerte de J.V. Gómez. Si durante los años veinte y hasta 1935, el hotel es lugar donde el gobierno, aloja a sus invitados y donde el General Gómez disfrutaba de películas, el nuevo hotel va a albergar además de políticos y temporadistas, a los galleros de toda Venezuela que venían a las peleas de gallos en la moderna gallera construida en el Centro de Turismo. Durante los años 1954 a 1958, van a realizarse allí grandes fiestas en homenaje al Santo Patrono y recepciones oficiales.

A raíz de la caída de la Dictadura, el Hotel Termal sufre un brutal abandono, al igual que el Centro de Turismo. Mientras éste se deterioraba rápidamente, desaparece el zoológico y queda reducido a las piscinas y el servicio de bar, aquel cierra sus puertas como Hotel hasta la instalación de Oficinas del Gobierno Regional (ORDEG) y posteriormente los servicios cooperativos de salud del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, convertidos luego en Sub-región de Salud del Estado Guárico, asentados por dos décadas en la edificación con la construcción de tabiques  divisorios e instalación de aparatos de aire acondicionado en las puertas y ventanas. Desde la incorporación de la Zona XIII de Malariología al Ministerio de Infraestructura, con la mudanza de sus instalaciones a la antigua sede de Mindur, cerca de la Urbanización Rómulo Gallegos, las oficinas de salud que estaban en el Hotel Termal, fueron trasladadas a la sede de Malariología, en la Avenida Luis Aparicio, cerca del Stadium Pancho Pepe Cróquer. Desde entonces, el edificio del hotel quedó abandonado, sin vigilancia y fue víctima de vandálico destrozo que lo dejó como un cascarón que espera el merecido rescate con fines culturales, científicos o sociales.


Propuesta de un Museo
En 1975 el autor de este bosquejo, propuso en carta pública al entonces Gobernador Arquitecto P.P. Cabrera (Diario La Razón al Día), la creación del “Museo de Arte e Historia del Estado Guárico”.

El mandatario nombró una Comisión de la cual formó parte el proponente. Pocos meses después, el Arquitecto Cabrera fue sustituido y la nueva administración no le dio continuidad al proyecto. Habían ofrecido obras de pintura y escultura: Manuel Espinoza, Martín Funes, Eugenio Espinoza, Rafael Cabrera, Ramiro Seijas, R. Moleiro, José Castro, Rafael Vicente Pieretti, Teobaldo Mieres, Carlos Salazar, Giovanni Marchini y otros artistas plásticos de la región. El músico, fotógrafo y pintor Pedro Mirabal tenía la disposición de donar su archivo fotográfico de casi medio siglo y bien encaminadas se encontraban las gestiones para la adquisición de “La Gran papelería del mundo”, del Doctor Víctor Manuel Ovalles, propiedad de sus nietos Caupolicán y Lautaro Ovalles, con destino al Museo.

Desde 1975 hasta hoy, no hemos cejado en nuestro empeño por lograr el rescate de la edificación, como parte importante del patrimonio arquitectónico de la ciudad y su destino en fines superiores.


La aprobación del proyecto, la asignación de los recursos económicos para tan loable objetivo y el nombramiento de un Comisión para la Creación del Museo Temático que rescate, conserve y exhiba material sobre la historia de la música popular, y culta, simultáneamente con actividad pedagógica, de investigación y de extensión con posibilidades ciertas de autogestión, constituye la cristalización de un antiguo sueño de quienes nacidos o no en esta comarca, creemos en los valores del espíritu y queremos que en este valle de encanto se cultiven esos valores para el logro de un perfil de identidad propia, con un ser humano activo, honesto, solidario y trascendente.

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